jueves, 14 de junio de 2007

La puta vida que no escogí

Odio a mi padre.

Lo odio por sobre el mayor amor que pueda sentir.

Odio odiarlo y odio el maldito deseo de lastimarlo.

Se lo merece: arder en el infierno imaginario;

merece ser mordido por mil perros hambrientos enajenados.

La maldición del in-existente Lucifer caiga sobre su perverso ser y

los cuchillos del Azar corten su garganta venenosa y su lengua castigadora.

Odio a mi padre y a su miserable vida. Ser bajo y ruin algún día me vengaré.

Lo juro por el odio que le tengo y por la rabia de inexplicablemente quererlo:

Querer sus latigazos des-olladores, querer sus infames blasfemias y

su estúpida i-rracionalidad. Lo odio, lo odio y quiero seguir odiándolo.

Se merece el dolor in-imaginado y la in-diferencia imposible de su hijo olvidado.



Aristo

(acuchillado)

Desde el mundo de las ideas