miércoles, 28 de enero de 2009

sólo para ti

mis manos siniestras se meten
en tus rincones oscuros
recorriendo el limbo de tu cuerpo desnudo

los besos húmedos
la lengua
el gemido revienta-tímpanos
la mano abierta que baja
apretada baja
por tus pequeños pechos
y su torre de carne erguida

el meter y sacar
el chupar en mis dedos
tus bajos fluídos

tu cara de goce
tu cara de odio
tu cara de perra

tu boca abierta pidiendo que te rompa
tus dientes que amenazantes se asoman
tus labios mojados que se rozan
tu mirada clavada en la mía
y la tensión caliente
entre los dos
cuerpos
que se
miran

mientras mi mano recorre el lado oscuro de tus muslos
quiero entrar
animalmente quiero entrar

y que seamos un mismo latido
la carne, la carne, la exquisita carne
que quiere deborar mis bajos instintos

el cuerpo respira
mi mano ya no se mete
te escucho gritar y ahora me voy
a casa con una enervante paz





aristo
rojo latido


Dios me escucha
Dios me calla

Dios me aplasta
Dios me batalla

Dios se esconde
Dios estalla

Dios pregunta infinita
Dios perro rastrero

Dios en el viento
y en la montaña

Dios y mi alegría
de la mañana

Dios maldito de ti caigo enfermo
preso en mi pequeñez
preso de mis gigantes pequeñeces


aristo
¿dónde estás?
debo irme de ella
alejarme de su caos
arrancarme de su tormenta

correr hacia la libertad
de no pensarla
de no extrañarla
de no desearla

que los caminos se hagan libres
sin intervenir en su azar
aceptaré humilde sus designios

un santo decir SÍ
a su ausencia
o a su compañía

pero sí digo no
a la palabrería venenosa
a la pataleta caprichosa
a las miradas mentidas

no busco sólo a la mujer
sino también a la niña

que juegue conmigo
y con cada letra de mi poesía
que me haga reír
cuando el mundo se me haga trizas





aristo
la sentencia

Desde el mundo de las ideas