lunes, 9 de abril de 2012

Compré, pero la vendí...

Salgo de casa apurado. Necesito sí o sí un regalo para mi mamá. Hoy es su cumpleaños y no le tengo nada. Y no es que crea que el amor se demuestre con "cosas", menos si son compradas, pero ella se merece todo de mí.
Bueno, caminar rápido, pensamientos, entrar a ese mall terrible y buscar el reproductor de música. Ella se despierta todos los días antes de las 6 de la mañana para llegar a las 8 al trabajo. Viaja de San Miguel a Vitacura de lunes a viernes. Es un trayecto enorme y colapsado en el metro y la micro y deseo musicalizárselo.
En la tienda me dan 2 opciones con 10 lucas de diferencia. ¿Qué es lo que explica esa tremenda brecha en el precio? La boleta, si no la pido el mp3 me saldrá mucho más barato. Mi condición de estudiante pobre me hace escoger por la alternativa más económica. ¿El resultado? A la semana se le echó a perder el famoso reproductor a mi madre y mis maldiciones fueron irreproducibles al escuchar de la sonriente cara del vendedor: "Lo siento mucho, pero sin boleta no hay devoluciones".

Desde el mundo de las ideas