jueves, 11 de octubre de 2007

El lado negro de amar


Las palabras escupidas


La rabia. El desprecio. La náusea.


Las flores se mueren en tus manos.


Se queman. Me robaste el aire y se secaron.


Déjame solo. Cállate que hoy no quiero escucharte.


Sacaste lo peor de mí y ahora debes tragártelo.


Sin lágrimas debes aceptar mi silencio,



mis caprichos de maldad



observa cómo el rojo se hace negro,

cómo la sangre se endurece

y cómo la mirada se congela



quizás el silencio de hoy dure siglos

o quizás el hoy sea eterno





Aristo

Vivir para qué


morir y después qué


pasar sin pensar


comprometerse con qué, para qué


si el mundo se abre y se cierra


es multiforme


y uno conforme


lo acepta


la vida al vivir se seca,


pero ya estamos vivos


y algo habrá que hacer


¿Qué?





Aristo

miércoles, 26 de septiembre de 2007

la carne abierta

No sé si es la persona
o es puro sentimiento

No sé si es mi vida

o la carencia de ésta en mi existencia

No sé si es real
o la nada subjetiva de mi mente,

pero el rumbo, el sentido y las percepciones de ser y existir

se confunden, se cuestionan y se destruyen


en lo que mis ojos ven

en el todo tangible y material

Y florece el caos en sensaciones estomacales
y el temor asedia con filosas navajas mis sienes


... cuál es mi lugar en el mundo?

Ya no hay quiero ni debo... sólo el estar
pasante y pensante

por el inexorable y burlesco Tiempo

martes, 17 de julio de 2007

La neo-lucha de clases: Contra las fuerzas cohercitivas de la economía liberal

Espacios a-temporales de Revolución




La significancia de las utopías es muy variable y relativa. No en cuanto a su definición, sino más bien por su nivel de impacto. La necesidad del hombre de buscar el no-ser, la negación de la realidad, es una constante y tiene una lógica. Sin querer caer en aventuras sociológicas, hay un patrón de conducta del ser que lo hace re-negar su calidad existencial y de todo cuanto es, negando y enjuiciando categóricamente su realidad y su momento histórico. Es decir, pretende y sueña y desea aquello que es la no-realidad. La relación del individuo con su medio es fundamental para el estudio histórico, ya que en ella se confluyen los pilares esenciales que constituyen la Historia: Ser, Tiempo y Espacio. Heidegger en su libro Ser y Tiempo expone un concepto que explica en gran medida esta relación. El Dasein, entendido como el estar-en. Éste abarca la idea toda de la relación tiempo-espacio-ser, porque estar-en implica una manifestación existencial del ser en un lugar y tiempo determinado.

Ahora bien, esta relación tiene sus problemáticas. Cuando el ser es, lo es en un espacio y en un tiempo específico. Pero qué es ese espacio y cuál es su diferencia con el tiempo. ¿Se puede concebir un espacio sin el constante fluir del tiempo? ¿Y es posible el tiempo sin un espacio donde ser? ¿Será que la diferencia de ellos es sólo conceptual? Ambos son uno. Una retroalimentación natural que no sería tal sin esta dialéctica indisoluble y que el hombre la racionaliza y conceptualiza para poder aprehenderla y entenderla. El enigma del tiempo no es nuevo. Heráclito ya sentenciaba que “nadie se puede bañar dos veces en el mismo río” y con esta imagen poética de alma filosófica daba a entender la naturaleza del tiempo. Aristóteles lo relacionaba con el movimiento, ya que todo cuanto existe es en movimiento o está inmerso en él. En estos tiempos actuales se ha problematizado esta interrogante con la Teoría Cuántica, entendida como una teoría de las posibilidades y que aplicada a las ciencias sociales dice que el ser es en un mismo espacio y al mismo tiempo todas las posibilidades posibles de ser[1]. Con esto se pone en tela de juicio la capacidad de decidir del ser y el sentido de éste en la Historia. Cómo poder elegir si todo cuanto hagamos es el ser-absoluto que abarca la experiencia total de ser-en-un-presente. Siempre estamos siendo. Inexorablemente avanzamos de presente en presente, intentando aferrarnos al vaho de presentes pasados y proyectándonos a futuros presentes. Ya lo decía don Héctor Herrera Cajas, el único tiempo de la acción es el presente; el pasado ya fue y el futuro aún no es. Somos en presentes dentro de los cuales sentimos la constante percepción del constante movimiento y la llamamos tiempo y ordenamos nuestras vidas, nuestros procesos y nuestras estructuras de acuerdo a ella. La historia no es estática, se mueve rítmicamente de acuerdo a los hechos humanos, y es dependiendo del grado de conciencia y del valor que le de el individuo.

Estas problemáticas no son menores, ya que dar por sabido ciertas verdades es una aberración. Las verdades son tales cuantitativamente, es decir gracias a consensos que con el transcurrir del tiempo se fortifican con el fuerte peso de la tradición y aceptación colectiva.

Ahora bien, teniendo en consideración estas interrogantes y el grado de complejidad que es hablar del ser y su medio es interesante plantearse las grandes ideas del intelectual David Harvey, específicamente su utopía. Sin pretender hacerle una crítica simplista a ella, pretendo problematizarla, ya que para el avance en el conocimiento creo que es más importante el llegar a nuevas peguntas más que a respuestas limitantes. La respuesta es muestra de la frustración y mediocridad del ser, porque es estática… no va de acuerdo con el movimiento natural de las cosas.

“Camino por las calles de Baltimore y me siento mucho más horrorizado que Howard por la falta de justicia, unidad y amistad. Digo ‘más horrorizado’ porque ahora las desigualdades son tan llamativas, tan descaradamente innecesarias, tan contrarias a cualquier tipo de razón, y están tan aceptadas como parte de un inmutable ‘orden natural de las cosas’, que apenas puedo contener mi ira y frustración.”[2]

El autor no exagera. Como dice el gran filósofo José Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las masas, la mejor cualidad del intelectual es su capacidad de observar. De sorprenderse a cada momento de algo nuevo y sobre esa experiencia crear el cuestionamiento filosófico. Pero según lo expuesto por Harvey progresivamente se pierde la capacidad de asombro. Esto obra de consensos muchas veces impuestos coercitivamente por una elite, pero con maquillaje de civilización y con aroma a progreso.

El siglo XIX representa una coyuntura histórica en la que se re-direccionó el curso de ésta. Gracias a las bondades de la razón y a las verdades nacidas del intocable método científico, el individuo construyó un modelo de sociedad basado en la instrumentalización de las cosas y en el utilitarismo. En este siglo se consolidan ciertos conceptos fundamentales que serán los cimientos teóricos del siglo XX. Me refiero a la consolidación de la división internacional del trabajo y a los inicios del capitalismo, amparados por teóricos liberales como Adam Smith y Stuart Mill, y al gran invento de la burguesía para llegar al poder: la democracia. De ahí en adelante las sociedades tarde o temprano sucumbieron a los seductores brazos del modelo demócrata-capitalista. Y con el inexorable paso del tiempo se fueron constituyendo sociedades modernas, desde la perspectiva occidental claro está, y fortificando sus superestructuras en la infraestructura de un modelo de producción basado en, como dijo Marx, la explotación del hombre por el hombre. Es decir, las relaciones de producción fueron determinantes en la consolidación de este modelo. La elite burguesa creó, en cierta forma inconscientemente, una sociedad sustentada en la estabilidad de estas fuerzas progresistas, hijas de su tiempo.

Los países hoy en día echaron raíces en estas ideas y la masa crítica parece ser débil frente a sus incongruencias. Tal como lo enuncia la cita, las desigualdades sociales son aceptadas por todos. Políticos, creyentes, ateos, intelectuales, vagabundos, quien sea acepta la explotación y la existencia de la miseria. Claro, unos deben estar abajo sosteniendo a los de arriba que tanto se esfuerzan en realizar cambios que nunca llegarán. Los intereses de los menos aplastan la realidad de los más. Las jerarquías se mantienen y parecen ser más crudas y descarnadas.

Tal como lo anunció Nietzsche en La voluntad de poder, tras el convulsionado siglo XIX hubo una crisis de las expectativas y una transmutación de los valores fundamentales del ser. El hombre busca el sentido, pero no lo encuentra. La inversión valórica de la Iglesia le dice que ¡debe poner la otra mejilla! El hombre se volvió pasivo, estático, mediocre. Sumergido en un frío nihilismo el ser deja de creer y sólo vive el mundo que recibe. Atrás quedó el ideal de heroísmo y la aceptación de la lucha como medio de conseguir las cosas. No, porque en estas sociedades democráticas todo tiene su canal de expresión que está debidamente normado y dirigido.

El rebaño acepta humilde su momento histórico y se entrega agradecido a las fuerzas productoras de economía, al político de turno y a la publicidad y sus modas pasajeras. La cotidianidad está tan llena de cosas que se nubla la visión crítica hacia las estructuras y al meollo del asunto.

Debido a que esto no es un resumen ni una crítica del libro, no es necesario exponer descriptivamente la utopía del autor. A grandes rasgos, debido a una crisis del mercado financiero y a las nefastas condiciones ecológicas que causaron el colapso de la agroeconomía, ocurrió una revolución que marcó otra coyuntura y representó la des-estructuración del modelo social vigente y la superposición de otro modelo. Éste vendría a ser una vuelta a lo natural. El origen fundacional de una nueva era del Hombre. Se cierra el anillo del tiempo y vuelve a renacer de sí mismo, continuando su constante transcurrir: cíclico y eterno.

Sociedades en cierto modo primitivas buscan la negación absoluta, el no-ser, de su era precedente: des-prenderse de la Historia conocida y ser-diferentes. Esta idea no es un disparate ni una i-realidad. Si es posible agudizar los sentidos, podremos ver que las fronteras nacionales cada vez son menos útiles para las actividades que precisamente mueven a los países, la economía y el flujo humano y de capital. Los grupos humanos se alejan de los Estados-nacionales y las instituciones. Fenómeno globalizante de un desarrollo geográfico des-igual que aísla al hombre de su sociedad y lo conecta con realidades que son, pero que están lejos de su alcance. ¿Utopías? ¿Realidades virtuales? ¡Pero sí el hombre sólo es feliz en sociedad!, decía la sentencia de Aristóteles. La sociedad es cada vez menos social. Y los hombres son cada vez más in-felices. Caemos ineludiblemente en un vacío sin un arriba, sin un abajo. Producto de esto mismo hay intentos de búsqueda de una identidad que no se encuentra. El paisaje urbano es una superposición de la realidad que ya no calza, que no está a la altura de estos tiempos. El ser parece aislarse de su medio. Parece no-estar-en-el-mundo y su mente aturdida y sedada por la hiper-información de la que es blanco, lo limita a sólo ver como pasan sobre sus ojos los hechos. Hechos que acepta, porque claro, por algo son. Son parte de ese orden natural de las cosas, del que habla Harvey inspirado seguramente en Nietzsche, y porque por lo tanto es inalterable y debe conservarse. Los héroes parecen ser una raza en extinción. Nada nuevo en el horizonte, decían. Cero posibilidades de cambio y a conformarse con lo que nos dan. ¡No! Sí hay alternativas. ¿Cuáles? La revolución de los espacios de explotación.

Ésta se realizará re-evolucionando la dinámica temporal de las fuerzas productoras de economía, vale decir de la infraestructura, y las mentes de los hombres. Re-evolución entendida como el aceleramiento de los procesos naturalmente evolutivos que constituyen aquello que es-real. Me explico. Si las diferencias que sorprenden a tantos observadores son tan abrumantes, el campo de acción de quien pretende actuar y transformar las estructuras opresoras y sedantes de intelecto es en aquellos espacios donde se gestan las ideas que legitiman el status quo. Es decir, en una primera fase la revolución es intelectual, ideológica, mediante no ya una ciencientización de clase[3], sino de realidad, de los espacios geográficos y de su dispar desarrollo. Debe haber un despertar de las mentes, que les permita safarse del ritmo adormecedor que nos han impuesto. Ese ritmo es el tiempo y ese tiempo es el que hay que re-evolucionar.

Romper con la temporalidad implica buscar la negación de aquello que-es mediante, en una primera fase, un proceso de concientización que juzgue este orden natural de las cosas y sobre la base de esa crítica transformar el sistema de explotación, revolucionando sus conceptos fundamentales. Si las nuevas técnicas de dominación, ya sea el neo-colonialismo o la división internacional del trabajo, dan estabilidad al sistema, a ellas es que hay que des-estabilizarlas con la reacción y la subversión.

El capitalismo crea espacios de explotación donde no los había antes, incluyendo la mente humana. Las verdades sociales acuchillan cualquier intención de re-evolución individual. Por esto es que el primer espacio en donde deben actuar las ideas es en la mente humana, mediante el anquilosamiento del tiempo natural. Hacerse poseedor de un tiempo propio y utilizarlo en la gestación de ideas constructivas, pero sobre todo fuertes, capaces de hacerle el peso a la aplastante apatía universal. Crear espacios de debate intelectual y crear medios que bombardeen la cotidianidad e invadan los espacios colonizados por la emancipación neo-liberal y su aceptada lógica de explotación. Con la socialización de las ideas se logra el primer paso: despertar. Después viene la organización, pero aquí es donde topamos con la gran inteligencia de los arquitectos de este modelo. Las estructuras de producción están hechas de tal forma que impiden la sindicalización obrera y el movimiento de las masas. La condena y reproche social que reciben quienes lo intentan es lapidaria.

La carga histórica sobre las mentes respecto al fracaso y a la brutalidad de las ideologías, produjeron un resquemor hacia las ideas totalizantes que aleja la posibilidad de absorber nuevas ideas. Habrá que esperar varias generaciones para que el hombre se vuelva a atrever a soñar. ¡No! Ahí entra en juego la parte principal y el desafío de toda re-evolución. Hay que acelerar la asimilación colectiva de las nuevas ideas y hacer que su grito de denuncia silencie el ruido de las industrias y su ritmo sistemático de producción y comercialización. Los más son tiranizados y viven en la miseria, causa de un sistema superpuesto, no natural. El actual espacio geográfico del ser no-es original. Está sobrepuesto. El mundo puede ser distinto, pero para ello debe haber una revolución a escala universal que nazca en la intimidad del individuo. La primera piedra ya la tiró Harvey, pecador entre pecadores, quien se atrevió a soñar con las nacionas y un orden fuera de este espacio e ilógico temporalmente. Nuestro aporte es des-utopizarlo y realizarlo. Llevarlo de la idea a la praxis. Pero lo primero es lo primero, aún hay que despertar del sueño de las utopías mediante la concientización de la miseria del sistema e incentivando la lucha contra el adormecedor paso del tiempo… mal que mal, para pasar a la Historia hay que luchar contra ella. Hay que re-establecer la dialéctica y contraponerse a nuestro momento histórico, acelerando el flujo dinámico del tiempo y la socialización de las ideas utilizando los instrumentos comunicaciones que nos da el sistema. La re-evolución es posible… solamente hay que despertar.



[1] La redundancia es necesaria en esta idea, ya que potencialmente se es siendo todo en el Presente, único tiempo de la acción.

[2] Harvey David. “Espacios de Esperanza”. Editorial Akal, España 2005. p: 294.

[3] Entendido en la lógica conceptual de Marx.

viernes, 22 de junio de 2007

Cicatrices del alma

Cuántas veces no me corté con los retazos de los cristales rotos de mis sueños. Mis malditos sueños imposibles. La pena de aquel hombre siciliano que un día se fue de mi casa y nos dejó a todos llorando, solos. Las heridas de mi padre en mí que nunca cicatrizaron. Y es que no quieren sanarse. Me hacen sentir. Ahogado en la sangre que brota me mancho de su dolor y recuerdo temeroso mis penas infinitas. La casa sin un padre. Mi crecimiento sin un padre. Mi enfrentamiento al tener que ser hombre sin un referente. ¿Lo estaré haciendo bien? ¡Malditas mentiras!

¡Ustedes me prometieron estar siempre juntos! ¡Yo no pedí nacer!

Sentado en un rincón de la pieza me corto superficialmente los brazos para sentir un poco de dolor. Para que con la sangre que chorrea se vaya la rabia, la tristeza que ahoga, que asfixia y que no deja respirar.

Los días son tristes. Los despreciados domingos, en que Dios descansa de ser tal y se olvida de sus miserables ovejas, me dejan solo con mi existencia, perdido de toda esencia. Solo con mi pena. Lo odio. Odio mi presente. Queriendo ser niño debo consolar el llanto de mi madre y mi hermana... ¿y mis penas? Que se vayan al diablo. No son importantes. Debo ser fuerte. Si caigo yo, se derrumba todo. Lloro en soledad mordiendo la almohada para que no me escuchen. Jurando vengarme quizás quién sabe de qué.

¡Malditas cicatrices que no sanan! ¡Maldita sangre que no dejar de correr! ¡Maldita angustia!

¡Malditas cicatrices que me hacen ser una persona triste y solitaria! Me cuesta reír.

Penas, penas y miserias. La cicatriz de cuando viví 9 meses en una media agua en Independencia con mi madre.

El frío. La vergüenza. El miedo. El dolor.

El resentimiento. La rabia. La impotencia.

Certeros cuchillos cortaron mi alma y me desgarraron mis estúpidas ilusiones de un puto mundo bueno. ¡El mundo no es bueno!

Cicatrices del alma. Las más profundas. Las más misteriosas. La angustia es ácida. Se me carcome el alma por la pena y la rabia.

La rabia y la pena.

Ya me acostumbré a que su viento frío me peine por las mañanas. Mi mirada se hace seca, fría... el mundo pierde todo sentido y se hace gris. Mi sangre es cada vez más roja. Es lo único de vida que me queda, el dolor.

Cuando la noche comienza a hacerse negra me siento en silencio a mirarla. Por qué la vida es una tragedia, un padecer, le pregunto. Por qué estas malditas heridas no cicatrizan. Por qué debo sentir tanta pena, ¿por qué?
¿La respuesta? No hay respuesta.


Aristo
(a-Tormentado)

jueves, 14 de junio de 2007

La puta vida que no escogí

Odio a mi padre.

Lo odio por sobre el mayor amor que pueda sentir.

Odio odiarlo y odio el maldito deseo de lastimarlo.

Se lo merece: arder en el infierno imaginario;

merece ser mordido por mil perros hambrientos enajenados.

La maldición del in-existente Lucifer caiga sobre su perverso ser y

los cuchillos del Azar corten su garganta venenosa y su lengua castigadora.

Odio a mi padre y a su miserable vida. Ser bajo y ruin algún día me vengaré.

Lo juro por el odio que le tengo y por la rabia de inexplicablemente quererlo:

Querer sus latigazos des-olladores, querer sus infames blasfemias y

su estúpida i-rracionalidad. Lo odio, lo odio y quiero seguir odiándolo.

Se merece el dolor in-imaginado y la in-diferencia imposible de su hijo olvidado.



Aristo

(acuchillado)

sábado, 12 de mayo de 2007

El misterio del viento

Se simple. Se detalle. No se puede tomar en serio al viento. Libre de todo bien y de todo mal él avanza desencadenado de miserias mundanas y responsabilidades.

Es insolente. Su felicidad es incompleta. Siempre está solo.

Se siente más cómodo entre bosques y animales que con personas.

No puedes detenerme, sólo colgarte de mi invisible cuello y volar por mágicas mentiras y mundos que no-son.

Qué te puede ofrecer el viento salvo libertad. Qué te puedo ofrecer yo salvo yo.

Nada más.

Solamente un silencio y una mirada perdida en la música de los que no tienen voz. Un pensamiento lejano. Una sonrisa espontánea. Un maldito detalle que no aspira a ser más que eso.

Un maldito detalle arrastrado por el viento que se puede ir de ti en cualquier momento como la música se va lentamente de el recuerdo del poeta.

martes, 24 de abril de 2007

Fluye como el viento...

EL Tiempo no-es

¡El Tiempo está!

Sólo percibimos que pasa,

al pasar nosotros en él



Aristo.

sábado, 21 de abril de 2007

Latigazo de viento

Eres frío. Eres agrio. Eres duro, desencanto.

Desnudo mi conciencia frente a palabras acusadoras. Tímidamente camino entre mis pensamientos recolectando lágrimas en la musical imagen del recuerdo.

Suspiro existencial al sentir que no te tengo.

No hay vida. No hay muerte… sólo un constante temblor interno.

miércoles, 18 de abril de 2007

Un secreto elemental

una gran verdad encontrada

en un momento de revelación


El Tiempo es la constante percepción del constante movimiento

martes, 17 de abril de 2007

Cristales

Nunca pensé en la cristalización de mis abstractos sueños de aire.

Que ese aire mágico se materializara en ti.

Tú y mis sueños, lo más mío que tengo.

De polvo cósmico pasaste a insensible flecha certera y despiadada

que asedia violenta mis temores de que te quiebres, cristal perfecto, cortándome el cuerpo y los sueños,

los malditos sueños,

reventándome en lágrimas de sangre espesa, entregándome despiadada

a la maldición asumida de solos caminos

fríos sin tenerte, sin sentirte, olvidándote

con odio y maldiciendo, una vez más, al mundo miserable.

Aristo

sábado, 7 de abril de 2007

La única verdad: ¡Es que no hay verdad!




La cuestión no son las respuestas, sino las nuevas preguntas.


La formulación que busca la esencia profundiza las respuestas, trasciende a los seductores brazos del conformismo y a la babosa consideración de los "sabios".




Es una búsqueda constante, dinámica. Nunca es suficiente.


Estamos sedientos de saber


(¿o no será más que la confirmación de nuestro vacío?).




Nos movemos sin-sentido,


revotando y cayendo.


Preguntando y creyendo.




Hacia dónde ir es la cuestión. Por qué debemos ir a algún lado. Para qué. Y llueven respuestas. Impuestas. Siniestras. Venenosas. Fatalmente exquisitas.




El mundo gira y avanza y nuestras preguntas pasan y mueren.


Y la angustia de no tener respuestas ni verdades absolutas mata como la más cruel pandemia. Hay verdades esparcidas en todo lugar, pero todas ellas sin cotenido.




Se cree porque en algo se debe creer


(para soportar la existencia, dijo una gran amiga).


Las verdades existen porque existe la vida. No hay vida sin verdades.






(quizás sólo hay que invertir la formulación e interrogar a la interrogante)

lunes, 2 de abril de 2007

La pena de Dios

Será orgullo? Será odio? Helada indiferencia?

O simplemente el descaro de un loco que no sabe hacia dónde apuntar con sus flechas de oro?

La lucura de un héroe caído de la imaginación de un niño a la perversa y canalla encarnación de un padre…

Dios mío, si tan sólo existieras.

Pero no. Ambos somos lo mismo: fría maldad que inducimos a los demás a creer lo que queremos que ellos crean; sin saber que somos unos bastardos.

Recuerdo y deseo

Fría indiferencia me mata el deseo. Ardientes mis manos buscan tu cuerpo; desnuda me miras y sonríes perversa.

Estalla en mi mirada el calor oscuro de mis siniestras intenciones.

Me golpea tu imagen de mujer despiadada que goza en el dolor.

Me llevas y me pierdo en la tormenta volcánica de tu cuerpo; ardiente recuerdo, duro lamento de tenerte blanca y desnuda a mi lado, sin consuelo te busco… y bruscos mis movimientos te llevan a escapes helados…

Tranquila. Estable.

Me mata el deseo.

Muero en el recuerdo.

Lo intento de nuevo. ¡Nada!

Sutiles mis dedos recorren lujuriosos y apretados tus muslos cerrados.

Muero en el recuerdo. ¡Muero en el maldito recuerdo y en el maldito deseo de amarte!

¡Por favor! Congelen mis arrebatos y mis sufrientes anhelos.

Tortuosa noche me espera al lado tuyo, mujer amada y deseada, durmiendo me castigas a no tenerte; me condenas a mirarte e imaginar ardientes rojas noches en que ambos somos uno:

Un ritmo. Una música. Una respiración. Un latir. Una pena. Un desgarro.

Fuerte a tu cintura me agarro y mi oído en tu vientre busca el supremo canto de los dioses en ti:

fuente de la vida, creadora del bien y del mal; misteriosa y maligna me rindo a tus encantos. Misteriosa e inocente mi honor se arrodilla ante su prestancia:

Erótica y aristocrática. Perversa y hermosa.

¡Me mata el deseo! ¡Muero en el recuerdo!

Aristo

Amargo resabio.
Inalcansable plenitud musical ahoga al ser en su tiempo:
imperfecto momento de caída silenciosa por tormentas rojas del recuerdo.
Sólo siento lo que siento y muero en los demás; muero en la envidiada sonriza del hombre sencillo
muero en la estúpida ligereza del niño que camina.
Desgarradas las paredes no las rompo con llanto.
Y sólo caigo... Sólo puedo caer por un espacio y en un tiempo imperfecto.

Aristo

ser y ser existente

La belleza de preguntar

Toda respuesta se haya contenida en la misma pregunta, es su carácter existencial. Ambas son una. Respuesta y pregunta no podrían ser tales si no existieran las dos. Por lo tanto, al preguntarse por el sentido de la pregunta hay que preguntarse por el sentido de saber su respuesta: debemos saberlo todo?

Al saberlo todo, gracias a una distinguida capacidad intelectual, todo aquello propio de la irracionalidad pasa a ser objeto de desdén cognitivo… qué saben los intelectuales del amor, la abstracción y la contemplación? Bendita sea la simpleza del ser. Bendita sea su mirada perdida en cuestionamientos celestes de negros cielos estrellados. Bendita sea la natural filosofía, producto del contacto intelectual del Hombre con aquello que él sí sabe que le es imposible de saber, porque ahí está el misterio, el sentido. Hermosa sabiduría del asceta errante que busca impetuosamente en los abismos insondables de su interior, estimulándose con todo aquello que se percibe por los sentidos, no con el hábito imperioso del estudio sistemático, racional e instrumental. Bendita sea la búsqueda de la mejor pregunta, porque en ella está contenida la mejor respuesta

Buscar respuestas es buscar obstrusamente La Verdad, verdad que no es. Buscar preguntas es empaparse del flujo dinámico de la Historia, es ser un espíritu libre desencadenado de las miserias mundanas y de las promesas de artificiosos paraísos ultraterrenos, que aspira a destruir con su martillo las barreras que impiden la búsqueda del conocimiento. ¡Basta ya quietud y mediocridad! ¡Necesitamos salvajismo intelectual, materializado en una búsqueda voraz, incesante y sedienta de sentido y vida! Búsqueda que aspira a interpelarse a sí misma mediante la mejor pregunta, porque ahí hay vida, porque solamente ahí se aprecia el esplendor intelectual del ser.

martes, 27 de marzo de 2007

filosofia poética

"El error es insolente;

la arrogancia, ridícula.

Buscar la verdad es una brutalidad

Tanto como buscar el origen o el fin.

La verdad en la existencia

Es el anhelo de no-ser.

La verdad no-es





Aristo
(buscando la búsqueda)

De la pregunta por el ser

Ser tiempo y espacio, eso es ser.
El tiempo es la manifestación del ser; y el espacio su desenvolvimiento.
Esto porque el hombre-que-es requiere de manifestar su movimiento-natural para ser un ente existencial;
Así como también necesita un lugar donde manifestar su existencia.
La indisoluble fusión del ser-tiempo-espacio, hace del ser un todo absoluto,
por lo que se hace estúpida la pregunta del ser del tiempo o del espacio
por separado,
ignorando brutalmente su naturaleza unitaria.




Aristo
(derribando mitos)

Desde el mundo de las ideas