lunes, 12 de mayo de 2008

El último adiós


Adiós amor mío

hasta un sueño remoto

sin realidad ni sentido amarnos en el absurdo de la imposibilidad



hasta ese momento en que nos riamos de nuestra pena

hasta ese momento en que la música no nos haga sufrir

hasta pronto sería de todas maneras un adiós



y cuando te vuelva a ver no seré yo quien te mira,

será el maldito deber ser porque ya me habré ido para siempre



quizás en la aventura que ahora no queremos,

quizás en el futuro impredecible te vuelva a desnudar fino y lento,

y te vuelva a besar despacio y a mirar fijo a tus ojos

para sentir que me hundo en la profundidad de lo celeste.



Adiós amor mío, y esta vez es para siempre

porque así lo queremos, porque así debemos.



Recuerda que alguna vez te lancé un beso al viento,

un beso y un recuerdo,

para que los guardes en tus pequeños bolsillos

y los apretes cuando sientas pena o miedo.



Adiós princesa de corona caída.

Me voy con los ojos rajados y desechos en lágrimas, pero que esta vez son de paz.

Y si lloro no es porque los recuerdos me hayan hecho mal,



es porque estoy sufriendo aún tu partida;



tal como el árbol debe sentir la caída de sus hojas en otoño. En este otoño.

Adiós dulcinea. Adiós musa perfecta. Se despide tu hombre, tu poeta, tu maldición de amor.

Desde el mundo de las ideas