martes, 11 de noviembre de 2008

Enemigo de la objetividad soy

Te escribiría hasta que se me seque la sangre y las letras
hasta que se me rompan las manos


Destruir tu lenguaje cotidiano
decodificar tus miradas
absorverte el alma desde tus ojos
besarte ya no en sueños
sentir tus delicadas manos
El misterio del sabor de tu boca
me motiva, me aplasta, me sublima
pero el ladrón de flores debe retirarse en silencio
pero el niño terco no entiende razones de amor
pero el fuego de mis deseos quiere quemar tus miedos
Pero mejor que el caos de la tormenta viva adentro
en mis ojos, mis pensamientos
Yo no lucho contra fantasmas
No puedo. No quiero.
a
r
Aristo
y la maldita sentencia

y si soy terco y qué

sus razones de amor son
porque viven en ella
¿y las mil flores que quiero regalarte?
¿y los mil sueños en los que te sueño?
pero al igual que el tiempo
pasa y algo queda
arrastra pasados hacia nuevos presentes
mas siempre algo queda
algo queda
en futuros presentes lo sabré
algo en tus ojos queda
misteriosos no los entiendo
pero siento
prefiero dejarme llevar por el sentimiento
que me arrastre a los peores tormentos siniestros
no les temo
soy adicto a ellos
todo lo vale
un momento tuyo
y es que no se trata del beso
se trata de tu ser-en-el-mundo
y de lo mucho que me gusta estar cerca de él
no soy más que hoja al viento
sólo soy yo y mis sueños
o el arrebato del momento
la risa que se ríe sobre el cristal roto de su ilusión
Aristo Risato
dónde caerán las ideas que ahora no recuerdo
escondidas
quizás simplemente olvidadas
pero cómo es posible
hay cosas más incomprensibles
aristo

Desde el mundo de las ideas