domingo, 12 de octubre de 2008

Confesiones o Sueños de realidad

Tengo algo qué decir, pero no se cómo decirlo.
En la forma. En el estilo. Tampoco sé qué es. Sólo lo siento.
¿Será otra mentira de la poesía?
¿O será mi deseo desesperado por conocer algo nuevo
y descubrir que el mundo no es lo que me han dado hasta ahora?
La geografía, la gente... la maldita gente. No se trata de escapar.
Quiero vida y gente que quiera vivirla. Quiero conquistar mi felicidad sabiendo que toda conquista implica una lucha. Vivir disfrutando el esfuerzo, los logros y las caídas.
"Un santo decir SÍ a la vida", decía Nietzsche. Es la belleza de la tragedia.
Es la néctar del sino de la existencia. Es el misterio. Es la armonía del caos.
Es el sonido prístino del cosmos cuando la idea se hace poema.
Es el suspiro del viento cuando el amor se expresa.
Bueno y Dios y los dioses están para soportar la existencia. Para dar sentido y justificación
a nuestro corto tránsito por esta larga alfombra del tiempo: enigmático e infinito:
la gran nus de Heráclito El Oscuro.
Qué somos, pero por sobre todo por qué somos.
Tanta preocupación por la política y la nefasta economía:
¡pero todo eso es mentira!
¡Son sus propias mentiras! ¡Nuestras propias realidades de mentira!
No se trata de ser anarco, hippie o existencialista. Se trata de ser:
de ser lo que se deb- ser o ser lo que se quiere-ser.
Vivir nuestra pequeña caída por la existencia gozando del vértigo de esa caída.
Respirar fuerte del olor de las flores.
No avergonzarse cuando nuestra mirada se maraville por un nuevo descubrimiento.
Maldecir al mundo entero cuando la pena ataque.
Rier cuando no se deba hacerlo.
Se trata de liberar el sentir de su prisión racional impuesta por los consensos sociales
y su grosera moral.
Se trata de ir "más allá del bien y el mal"
de esa moral de ratas que causa enfermedades mentales:
esquizofrenia, estrés, pérdida de la felicidad, alejamiento de los estímulos vitales,
de los golpes de vida.
Moral hedionda, ¡podrida!
Esa moral es el gran triunfo del descaro
de quienes detentan el poder
y de las sombras que mueven sus hilos:
nos han hecho aceptar un tipo de vida salvaje, cruel y miserable,
poniéndonos al lado de ella un vació que es la muerte.
No hay opción,
dicen tapándonos los ojos con velos.
¡Cerdos! ¡Hipócritas! ¡Malditos!
La gran revolución de nuestro tiempo es quebrar el actual estado de las cosas
mediante la emancipación de la irracionalidad.
No es quemar paraderos de micros que usa gente que trabaja.
No es destruir el sistema capitalista, mediante un discurso marxista trasnochado.
El gran cambio viene desde el interior. Desde lo más pequeño de nuestra pequeñez humana.
El cambio está en las decisiones íntimas.
En sanar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro sentir
haciendo aquello que nos haga felices.
Sólo de esta forma nuestra actitud con el mundo cambiará
y esa sensación se esparcirá entre los opacos humanos causando efectos
verdaderamente revolucionarios. Las rígidas estructuras político-económicas se ablandarán
ante la presión carnavalesca de las masas y sus colores y carcajadas.
Tanto así que podremos reírnos de nosotros mismos.
La sabiduría de la no-arrogancia del niño.
Sólo así seremos señores de nosotros mismos y del mundo.
Será el comienzo de una nueva era para el hombre
era que estará sustentada por una nueva filosofía:
La Filosofía de la Risa.

Aristo Risato
aunque más bien para este caso:
Franco Barbato
o quien sea que sea en este momento
real o imaginado

Desde el mundo de las ideas