Recuerdo y deseo
Fría indiferencia me mata el deseo. Ardientes mis manos buscan tu cuerpo; desnuda me miras y sonríes perversa.
Estalla en mi mirada el calor oscuro de mis siniestras intenciones.
Me golpea tu imagen de mujer despiadada que goza en el dolor.
Me llevas y me pierdo en la tormenta volcánica de tu cuerpo; ardiente recuerdo, duro lamento de tenerte blanca y desnuda a mi lado, sin consuelo te busco… y bruscos mis movimientos te llevan a escapes helados…
Tranquila. Estable.
Me mata el deseo.
Muero en el recuerdo.
Lo intento de nuevo. ¡Nada!
Sutiles mis dedos recorren lujuriosos y apretados tus muslos cerrados.
Muero en el recuerdo. ¡Muero en el maldito recuerdo y en el maldito deseo de amarte!
¡Por favor! Congelen mis arrebatos y mis sufrientes anhelos.
Tortuosa noche me espera al lado tuyo, mujer amada y deseada, durmiendo me castigas a no tenerte; me condenas a mirarte e imaginar ardientes rojas noches en que ambos somos uno:
Un ritmo. Una música. Una respiración. Un latir. Una pena. Un desgarro.
Fuerte a tu cintura me agarro y mi oído en tu vientre busca el supremo canto de los dioses en ti:
fuente de la vida, creadora del bien y del mal; misteriosa y maligna me rindo a tus encantos. Misteriosa e inocente mi honor se arrodilla ante su prestancia:
Erótica y aristocrática. Perversa y hermosa.
¡Me mata el deseo! ¡Muero en el recuerdo!
Aristo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Escribe y muere