Será orgullo? Será odio? Helada indiferencia?
O simplemente el descaro de un loco que no sabe hacia dónde apuntar con sus flechas de oro?
La lucura de un héroe caído de la imaginación de un niño a la perversa y canalla encarnación de un padre…
Dios mío, si tan sólo existieras.
Pero no. Ambos somos lo mismo: fría maldad que inducimos a los demás a creer lo que queremos que ellos crean; sin saber que somos unos bastardos.
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Escribe y muere