los abro lento
me cuesta hacerlo
mientras me taladran la mente siniestros pensamientos
en roja escritura sangrienta los libero
con la mano temblorosa y el pulso caliente
de la prisión de mi cuerpo los desencadeno
uno a uno pasarlos por el cuchillo a todos ellos
cortarlos para que detengan su maldito juego
y tú, que sólo ríes al verme agónico
me pisoteas mientras caigo solo
la sicopatía y las ideas enfermas me asedian
me consume el alma
la sed de un amor violento y de sangrienta poesía
Aristo
¡maldito!
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Escribe y muere