martes, 14 de diciembre de 2010

Eres huella y sendero

Por qué son tan importantes las manos?
Hoy lo descubrí. Las vi, vi tus manos blancas, pequeñas y delicadas colgando musicalmente de tus caminantes brasos. Y tú caminabas con ellos sorprendiéndote de lo sagrado y lo profano. Todo llegaba a ti. Siempre todo cause de vida acabó en tus profundos pozos.
 Mujer mía ojos de luna pétalo de flor nocturna brillas cuando florece el sol. Brillas en tu luz tibia.
 ¿Y tus manos? Tus manos siguen en su campaneante eternidad: bailando sobre la misma existencia
de quien las porta: tú, tú mi mujer ojos de luna que cantas sobre mis fantasmas y malditas penumbras.
 Manos en flor brotan nuevas manos en suaves rojos y blancos y yo giro mirando, mirando el flotar de tus manos.: regalo entregado a mi golpeada zurda mano.
 Siniestro en la siniestra limpio lo sucio que queda... limpias lo sucio que queda.
Tus manos son importantes porque las siento sin tenerlas, en las noches rojas de látigo lamento, de quemante deseo. Las siento ahuyentando penas reventadas en sangre por mis ojos de niño, trizados: ahí están, tus manos. Siempre están, tus manos cubriendo mi rostro del tormentoso mundo y de sus afilados cuchillos. Y ellas siempre están en flor, en ese blanco aristocrático y en ese rojo putanezco.
Tus manos que llevan mis manos, estas manos que escriben sobre nuestra cama y nuestros eróticos pecados: de tu lengua y de tus piernas abiertas, de tu humedad floral y del animal deseo de entrar,
por tu cuerpo hasta tu alma y juntos cantar en gemidos mientras la noche nos mira... mientras el día nos mira, mientras el momento se hace nuestro.
Cierro los ojos, respiro profundo y siento tus manos, sobre mi cuerpo... como si siempre hubieran estado.


Risato
Espíritu violento

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