Cómo puede cambiar el destino por una mujer que taconea al trote, con el metro andando y ella desparramándose apresuradamente, con sus rulos saltando sobre sus hombros y con las manos hacia adelante como si empujara un carro.
Bueno, ella, sí, esa misma subestimada mujer, me ganó el asiento. Y ahora, de rabia y risa, escribo. Mirándola a ella. Me ve y esconde rápido la mirada.
"Tren ruta verde..." Esa voz, tan suave pero tan falsa ¡jamás avisará que la ruta es verde con emocionalismo! Pobre. No es su culpa.
Si no tengo un libro a mano, miro, miro mucho: a las personas, sus caras, gestos y silencios.
¿Serán reales? Bueno, pero qué es lo real. Qué importa, sobre todo si ni siquiera sé si esto existe o es puro papel. ¿Son colores o tinta? Ellos, los del murmullo desbordante pero que a nadie pertenece, sombras que caen sobre mi cabeza. La gente entra y sale, pero nadie se conoce. algunos se miran y se hablan como si fueran cavenrícolas que aún no desarrollan el lenguaje. "Oiga, se le cayó...", "Gracias".
Cada vez más conectados, informados y modernos.
Cada vez más lejanos, fríos y desnaturalizados.
Como si no tuviéramos piel o alma en los ojos. Zombies. Como ganado siendo llevados. ¿Y yo? Yo aquí, o ahí: sobre este papel blanco o sobre la superficie del metro llena de humanos.
Como si no tuviéramos piel o alma en los ojos. Zombies. Como ganado siendo llevados. ¿Y yo? Yo aquí, o ahí: sobre este papel blanco o sobre la superficie del metro llena de humanos.
Y ahora en Plaza Italia. Esperando a la tropa, mientras ellas cantan, no muy bien y con poca gracia. Lo hacen como si fuera una cortina de despedida. Se van cantando y sólo queda gente muda.
Y yo, con todas estas palabras que me gritan por dentro y no sé quién las vocifera. ¿Seré yo? Pero de serlo lo sabría, ¿o no? Ni siquiera sé si es un diálogo, pues estoy con mi boca cerrada.
Es él, ser de voz y viento. ¿Será el alma? ¿Y el alma será esa conciencia de la razón hecha palabra, el logos? ¿Y si se conocen más palabras, sería más extenso y profundo el pensamiento?
R
I
S
A
T
O
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Escribe y muere