miércoles, 30 de julio de 2008

Vida Mala Bendita Mentira

ni filosofía ni poesía
es simplemente la sensación de constante caída
el despertar cayendo
con el corazón rompiendo el pecho

caer y seguir cayendo
preso en la gravedad maldita
sé que voy directo al último golpe
sin Dios que me detenga caigo y sigo cayendo

no hay ideas ni estética
no hay personas ni creencias
sólo la infinita noche y el viento corta-gargantas

y a pesar de la caída algo veo
cierro los ojos y los colores florecen
en la negra noche del agujero frío y eterno

y la sensación de caída ahora es percepción del movimiento
y el vértigo parece caminar a paso lento
y la calma me dibuja una tímida sonrisa
y una diminuta felicidad me abrasa tierno
sé que caigo

me desafío:
abro los ojos

y la absoluta oscuridad me golpea violento el rostro
entre arcadas lucho por no vomitar mi corazón
el aire seco me corta los ojos y lagrimeo sangre
cuchillo
viento
ciclón
espesa mancha roja cae de abajo hacia arriba
de gota en gota formando una imaginaria poza
caigo
sé que caigo
y temo al golpe de esa caída
aterrado siento como el viento-tiempo me arranca las uñas de los dedos
de las manos
siento su oscura presencia maligna
el arranca-almas viene

cierro los ojos

aterrado aún, busco ese color
ese verde pastoso del moho de los viejos troncos
ese rojo arrebol que ensangrienta las nubes al atardecer
ese cielo espacio abierto del mediodía bajo el mar: todo azul
ese anaranjado rojizo cálido detalle de tu rostro junto a una vela
las sombras de tu cuerpo
claroscuro tímido

los tengo

ya no siento la caída
ahora me veo
siempre con los ojos cerrados
siempre cayendo, inexorablemente
al vacío frío de la no-existencia

y estoy con mi gente
ellos también caen, todos
todos juntos cayendo sin vernos
arrojados por nadie a la nada
despechados y bastardos
todos caemos
todos sin vemos

y sorpresivamente una sensación de felicidad me emborracha
acompañado en mi solitaria caída puedo escuchar
escuchar-los
a ellos
al viento rozando las débiles hojas de un árbol
pasando entre sus cafés ramas
escucho el látigo del mar azotando la costa en eternas olas

escucho una voz
es la mía

caigo

puedo hablar
hablar con ellos
con el viento
con las ramas
con la montaña
con mi cuerpo que se atreve a moverse

siempre con los ojos cerrados
en la rigidez del cuerpo que cae
sorprendo con un osado baile
ridículo
absurdo
burlesco

felino me muevo libre entre color y color
dueño de mí mismo
verdugo de mi pánico

y de un momento a otro
se me inyecta agudo en la nariz un olor
el olor de las flores
el olor del tabaco
el olor de tu cuello

mi cuerpo se estremece

paralizado, caigo sin sentido
y a causa del impacto nuevamente cierro los ojos
se me ha olvidado que caigo
se me ha olvidado preocuparme
se me ha olvidado el dolor de la sangre
sigo cayendo, sigo cayendo

flotando en mis mentiras me condeno a ser feliz
hasta el golpe final de mi caída
hasta que la oscuridad se rompa con el azote y el destello de la blanca muerte

pero aún no toco fondo
señor de mis precipicios
me atrevo a abrir los ojos y a sonreírle a mi negro destino


Aristo
lobo de sus temores

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