Prendí la mecha y corrí contra el piquete de pacos. De pronto, todo se calló: la calle, los gritos, los cantos, las sirenas. Todo. Solamente retumba el sonido de mi respiración, de mis pasos corriendo y el murmullo coqueto de la mecha consumiéndose por el fuego. La capucha me protege del humo del zorrillo. La gente me ve pasar y comenta temerosa. Esquivo una, dos veces el chorro del guanaco. Un paco me mira con miedo, otro con odio. Se me aprieta el estómago. Mi pies casi no tocan el suelo. Me siento liviano. Los mirones siguen comentando. Llega el momento. Suelto la molotov sobre el auto del Presidente quien se está bajando, sonriendo con su cara de imbécil, mientras mi bomba cruza profética el aire. Sabe que será historia. Sé que seré historia. Sé que pasaré años en la cárcel, pero sé que mi espíritu será libre, más allá de cualquier barrote. Cae la molo sobre el hombro de la autoridad. Silencio. Un ruido de vidrio quebrándose y silencio. Todos lo miran a él. Nadie se mueve. Se libera furioso el fuego sobre el cuerpo. Se quema el costoso traje del Presidente. Se queman su carne. Se queman sus huesos. El presidente grita. El Presidente aulla. El Presidente arde y cae envuelto en fuego. Sonrío. Respiro y comienzo mi fuga. Siento pasos y gritos frenéticos detrás de mí. Los pasos se detienen. No vuelvo la mirada. Siento un golpe en la espalda. El golpe es una bala. Siento otro golpe en la nuca. Sonrío con mayor dificultad. Caigo sobre un charco húmedo y rojo, que es mi charco. Sonrío, por última vez y con mucho esfuerzo, vuelvo a sonreír mientras todo se apaga.
RIsato
Es él, ser de voz y viento que habita dentro de mi piel. Es Aristo Risato, el de las ideas malditas, el de las letras de sangre.
sábado, 31 de agosto de 2013
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Desde el mundo de las ideas
-
►
2011
(18)
- ► septiembre (1)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Escribe y muere